Y no solo porque se atrevería a enfrentarse a una sociedad de fuerte carácter machista, demostrando a todo el mundo que además de poder realizar perfectamente la figura de madre de familia que aquella sociedad todabía imponía, era capaz de llevar a cabo un tarea que había sido mayoritariamente encomendado a hombres, pintar. Existen las malas críticas que definen a Pilar como una afortunada gracias a su posición económica debido a su matrimonio con el mecenas Joan Sureda, pero aunque esta posición le abrió ciertas puertas, también hay que decir que esta pintora, con la dificultad que eso significaba, también fue valiente al decir a sus maestros que "pinto lo que veo" sin hacer mucho caso a los consejos que estos le daban con sus respectivos enfados, maestros que no eran ni más ni menos que Anckerman, Ribas y Sorolla. Pero esta valiente del impresionismo abstracto, gran amiga de Antoni Gelabert, tuvo el carácter de atraer y juntar a Ruben Dario, Sorolla, Meifren, Rusiñol, Mir, Unamuno, Alomar, Degouve, en la casa familiar de Valldemossa, y en donde me encantaría abrir un pequeño hueco en el espacio-tiempo para poder ver, desde la mirilla ficticia, las increíbles conversaciones que tuvieron que realizar en ese salón. La obra de Pilar Montaner no ha sido valorada como se merece, y mas sabiendo que recibió varios premios donde destacamos una Medalla en la Exposición Internacional de Marsella en 1907.
Los olivos que tú, Pilar pintas, son ciertos.
son paganos, cristianos y modernos olivos
que guardan los secretos deseos de los muertos
con gestos, voluntades y ademanes de vivos.
Ruben Dario
